En la localidad de Mascaraque, en el corazón de la provincia de Toledo, nos encontramos con una singular construcción que perteneció en su momento a la conocida familia Padilla. Nos estamos refiriendo al Castillo de Mascaraque que destaca, entre otras cosas, por el hecho de que tiene un origen islámico.
En la segunda mitad del siglo XV fue cuando comenzó a construirse sobre una antigua torre morisca dicha fortaleza por orden de Sancho de Padilla que pertenecía a la anteriormente citada familia. Un linaje este que contó con miembros importantes dentro de la Historia del país como sería el caso de María de Padilla, que fue la amante del rey Pedro I el Cruel, o de Diego García de Padilla que fue nombrado Gran Maestre de Calatrava en el año 1355.
Sancho, como hemos citado, fue quien ordenó la edificación del monumento toledano que nos ocupa que según muchas leyendas no fue puesto en pie por motivos defensivos sino por cuestiones de amor. En concreto, se establece que fue el Califa Walid de Córdoba quien originó su edificación para poder cobijo a la mujer cristiana que le había robado el corazón. Y es que ella, que estaba casada, al ser descubierto por su marido el idilio que mantenía con aquel la repudió y se encontró desamparada. Sin embargo, el citado califa le construyó este castillo para que ella viviera en él y para disfrutar juntos en el mismo de su amor.
Muy en relación con esta leyenda está el hecho de que en la torre de la fortaleza se encuentren los conocidos como los “Pentáculos de Salomón”. Estos son unas estrellas de cinco puntas entrelazadas que, se cuenta, fueron colocadas allí por orden de la cristiana para proteger el castillo de los maleficios y conjuros que hubiera podido hacer su esposo.