Dentro del patrimonio arquitectónico y artístico que ha conseguido conservar con el paso del tiempo la ciudad de Guadalajara tendríamos que destacar el conjunto de sus torreones. Se trata de construcciones que vienen a ser los únicos vestigios de la antigua muralla medieval que han conseguido sobrevivir durante siglos.
Por ello, quien tenga la posibilidad de visitar esta hermosa urbe manchega no puede desaprovechar la estancia para admirar in situ algunas de estas singulares edificaciones que, entre otras cosas, se utilizaban para atisbar posibles ataques enemigos así como para ejercer diversas funciones administrativas en esta tierra.
Concretamente estos son los dos monumentos de esta tipología más significativos:
- Torreón del Alamín. Junto al famoso puente de las Infantas y a la Concatedral de Santa María se erige altivo aquel, que data del siglo XIII. El citado se decidió ponerlo en pie con el claro objetivo, entre otras cosas, de permitir la entrada al barrio de El Alamín, zona musulmana situada en los arrabales, y también de vigilarlo. En la actualidad en su interior se encuentra el centro de interpretación que permite conocer a fondo la mencionada muralla.
- Torreón de Álvar Fáñez. En el área suroeste de la citada construcción medieval se levanta este monumento lo que permite que se encuentre muy próximo al Palacio del Infantado y al Alcázar. Catorce metros de altura son los que alcanza aquel que recibe su nombre, según la layenda, del general de las tropas de El Cid que entró en Guadalajara con el claro objetivo de conquistarla.