Junto al río Tajo, en la provincia de Guadalajara, aún permanece en alto parte del Monasterio de Santa María de Óvila. La localidad de Trillo es la que tiene el privilegio de conservar hoy esta citada edificación que data del año 1186 y que fue un monasterio de la católica Orden del Císter.
Originariamente fue levantada en Carrascosa del Tajo, sin embargo, al final se ubicó donde hoy se halla enclavada. Alfonso VIII de Castilla fue el monarca que gracias a sus donaciones permitió la fundación de dicha construcción que mezcla a la perfección los estilos gótico y el renacentista.
La historia, las guerras, las luchas de poder y el ansía de dinero han castigado duramente a este edificio del que, en estos momentos, se conservan unos cuantos vestigios que, sin embargo, merecen ser visitados para conocer de primera mano la apariencia de uno de los monasterios más relevantes de la zona.
Así, el turista que se encuentre en Trillo y decida ver dichos restos podrá admirar lo que queda de la bodega y de la iglesia que fueron construidos en el siglo XIII cuando se encontraba en el trono Enrique III. De igual modo se pueden admirar otros vestigios tales como la doble arquería del claustro de estilo renacentista, corrales e incluso una parte de lo que fueron los techos góticos de iglesia que con el tiempo pasó a ser almacén e incluso garaje.